lunes, 17 de agosto de 2009

Las fiestas de Bubión en 1980

Tal como prometí en mi anterior comentario sobre "Bubión", voy a hacer un breve comentario de las fiestas patronales, especialmente las de 1979 y 1980.
Ya había vivido el año la fiesta del año anterior. Primero porque estaba allí veraneando y segundo, porque el patrón es igual que el de mi pueblo: SAN SEBASTIÁN.
No estaba yo muy implicado, ya que la gente de Bubión sabe muy bien hacer las cosas y no necesitan de nadie que lleguemos desde otros puntos.
Pero de las conversaciones que teníamos bajo los cerezos del Teide en las vísperas de la fiesta jugando al bingo para sacar unas "pesetillas" que ayudaran a sufragar gastos; pues de esas conversaciones surgió la idea de rescatar la "fiesta de moros y cristianos". No se donde se metieron para preparar las vestimentas de moros y cristianos. A mí me encargaron pasar a limpio los textos, para lo que utilicé una vieja máquina de escribir portátil.
El director creo que fue un maestro, orihundo de Búbión y que me parece que estuvo o esaba destinado en Motril, pero en verano venía a su pueblo a vivir las fiestas. Y otro protagonista fue Pepe, hijo de Concha y sobrino de Julio Pérez (el del Teide).
Así que llegada la fiesta se montó un escenario en la plaza junto a la iglesia parroquial. Y a la hora anunciada allí entraron moros y cristianos,recitando de memoria el amplio texto que yo había pasado a limpio y del que se habían hecho varias fotocopias.
Fue todo un éxito y desconozco si todavía se sigue representando.
Como anécdota personal, recuerdo el segundo año (1979), que con mi mujer y mis tres hijos, el más pequeño con 16 meses en un carrito. Tomamos asiento en unas sillas y sobre la mesa estaban los refrescos que nos acababan de servir.
En un momento pusieron una traca de fuegos artificiales. La traca rodeaba toda la plaza y por consiguiente también detrás de mi mesa que yo no había visto.
En nuestro afán por huir de los petardos, yo cogí a Migue y mi mujer a Enrique el mayor. Pero nos olvidamos del carrito donde estaba Nacho (el pequeño). La gente gritaba: ¡el niño, el niño! Y nosotros corriendo huyendo de los petardos hasta que un matrimonio mayor cogió al pequeño y nos lo dió. Hoy nos reímos de la anécdota pero en aquel momento, jóvenes y con nuestros tres hijos pequeños a los que dedicábamos todo nuestro tiempo y procurando que no les pasara nada, en aquel momento digo, lo pasamos francamente mal.
Todo quedó en eso. En una anédcota.

En una próxima nota, voy a publicar el texto íntegro de la representación del acto de "Moros y Cristianos" original de Bubión que se rescató a principios de los 80, y que como he dicho antes el texto lo pasé a limpio en una máquina de escribir portátil y se hicieron despés varias fotocopias.

domingo, 16 de agosto de 2009

BUBIÓN, Julio, el Teide y Andrés Cárdenas

Hace treinta años que veraneábamos en Bubión. Allí llegué con mi mujer y 3 de mis 4 hijos. El cuarto no estaba aún previsto, vino diez años después de esta aventura alpujarreña.
Y ahora a los 30 años, viene Cárdenas con sus "crónicas de la canícula" y me trae la imagen de Julio Pérez. ¡Qué alegría me ha dado el verlo!
Bueno, a Julio le conocí hacia 1970. Por esa fecha yo tenía a mi cargo el Negociado de Restaurantes Cafeterías y Bares dependiente del Ministerio de Información y Turismo. Y a mi despacho en la planta tercera del edificio del Banco de Bilbao en la Plaza de Isabel la Católica llegó, -como otros cientos de pequeños empresarios-, con una lista de bebidas para que se la sellara. Desde allí lo envié al Sindato de Empresas y Actividades Turísticas. No había otra forma, los impresos "oficiales" -entre comillas-, los distribuían (vendían) en el sindicato. Y con el impreso y el folio escrito por él, se presentó de nuevo.
Con su listado echo a mano en aquel folio que traía, le rellené el nuevo impreso y se lo firmé. Ya estaban legalizadas las listas de precios dispuestas para enmarcarlas y ponerlas a la vista del público.
Y recuerdo que Julio, siempre tan atento y educado, me preguntó ¿qué le tengo que dar? Mi respuesta era como a todos: NADA. No se lo podía creer porque según me dijo y más de un empresario me decía, la gestoría les cobraba 20 duros -de los años 1970-. Pero es que yo no soy una gestoría -le dije- y si se los había rellenado era por hacerle un favor.
Un pequeño bar como era por entonces el suyo (el Teide), no tenía más de 5 a diez lineas que rellenar. Distintos eran otros establecimientos. Y sobre esto ya contaré otro día una anécdota que pudo costarme el puesto en aquellos años.
El no lo comprendía. Y es natural. ¿Quién no recuerda que en aquellos años cobraban por rellenar cualquier documento en juzgados, ayuntamientos, etc., etc. Tambíen hay que recordar que en aquellos años los sueldos de los funcionarios..... etc. etc. Y no es que ahora sea para tirar cohetes, pero al menos hay complementos.... hasta que te jubilas que se acaban, y te quedas con poco más de 1000 euros.
Pero retomo el caso de Julio. Como es conocido de muchos, por aquellos años yo recorría con mi 600 todos los pueblos de la provincia, tomando información y haciendo fotos que después publicaba en los diarios PATRIA e IDEAL.
Y he aquí, que llegué un día al Teide. (Palabrita del Niño Jesús, como decíamos de pequeños, que yo, ni me acordé de Julio ni nada de nada; como me ocurría en tantos bares a los que entraba en los distintos pueblos). Una cervecita o una Coca Cola, no recuerdo y cuando voy a pagar un joven que nos había atendido dice que "está pagado". Me intereso por saber quien, y entonces aparece Julio que me saluda y me da las gracias -entonces le reonocí-, y me dice: "Cuando fui a su despacho Vd.no me quiso cobrar hoy soy yo quien no le cobro y además ¿porqué no se sienta y se queda a comer? -era el medio día-. No me podía entretener tenía previsto llegar a comer a Trevélez. Y le dije: Yo no le podía cobrar aquel era mi trabajo pero esto es su negocio..... Inútil todo comentario. Gracias y adiós.
Esto era en 1971.
1978. Siete años después. El médico nos había recomendado veranear en Sierra y no en playa. Y alquilamos una casa en Bubión -todo por teléfono- y no sabía ni donde estaba esa casa. Y el 1 de Agosto bien temprano -antes de las nueve de la mañana huyendo del calor-, allí estaba yo con mi 850, mi mujer y mis tres hijos, el más pequeño que cumpliría allí los cuatro meses. Y preguntando ¿donde estaba la casa de Concha?
Mira por donde la casa estaba frente al Teide y Concha era hermana de Julio.
Una vez instalados en la casa, me fui al Teide, saludé a Julio y a su hijo. Compré un jamón. Y la pregunta "del millón que todos hacemos-, ¿Saldrá bueno? Julio naturalmente no lo sabía, pero me dijo, eso lo vamos a saber ahora mismo, lo partimos y lo probamos, si sale bueno te lo llevas si no me lo quedo y partimos otro. Salió buenísimo. Y nos tomamos unas tapas y me partió un buen trozo en lonchas. Y cuando necesitaba iba y Julio seguía partiendo lonchas.
Y así tres años veraneando en Bubión. En la misma casa frente al Teide.
Después llegarían los buenos ratos por las tardes debajo de los cerezos y las fiestas, de las que hablaré en otro momento.
Julio, no leerá esta nota mía. Pero si algún conocido la lee, que le transmita que tenemos de él y de su familia un recuerdo entrañable. Y que cuando pase un día por Bubíón, trataré de verlo y saludarlo.
Enrique. El de turismo. El de los tres niños. El que veraneó en casa de su hermana Concha. El que jugaba debajo de los cerezos al bingo para sacar dinero para las fiestas....

viernes, 14 de agosto de 2009

LECTURAS DE VERANO

La lectura diaria para mí tiene una prioridad. La prensa diaria y un repaso a la Hemeroteca Nacional a través de intenet.
Y por supuesto aquellas nuevas publicaciones relacionadas con Granada y su provincia.
Esto además de ser de sumo interés me sirve para preparar algun que otro artículo o colaboración que hago, como el que recientemente me pidió mi amigo Jorge de la Chica para la publición de la revista del Festival que anualmente edita la COPE.
Cuando me llega otra publicación extraordinaria le doy un primer vistazo y la dejo para el verano.
Y eso es precisamente lo que hice con la "revista literaria nºs 38 y 39" que mi buen amigo Antonio Chicharro me hizo llegar. Una primera ojeada y directamente al especial Gabriel Celaya que era el tema por el que Chicharro ya me había hablado de su carta con Celaya y por lo que había mostrado mi interés.
Ahora la he recuperado, como suelo hacer todos los veranos con los libros atrasados. ¡Qué gran error! Porque toda la publicación es de sumo interés. Me perdí en aquel momento artículos tan interesantes como las reseñas literarias y de una manera especial la dedicada a Arcadio Ortega. LA dedicada al cine (Clint Eastwood). Y la muy interesante narrativa dedicada a "Don Quijote y la utopía", y "Cádiz y Trafalgar 1805-2005".
Y he dejado para el final la extraordinaria de Antonio Díaz Lafuente "El Cristo de los Favores".
Gracias Antonio. Y he aprendido a no dejar para el verano nada. Ahora jubilado, la lectura la haré de un tirón.
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Igual me pasó con el libro de "LA VIDA EN EL SEMINARIO". En un primer momento escogí el apartado que Miguel Ángel Delgado Noguera me había sugerido. Un vistazo por encima y hasta el verano. Ahora en dos días quiero "vivirlo" completo. Y digo "vivirlo" porque es un libro que cuando se lee se rememoranlos tiempos que cada uno de nosotros estuvimos en el Seminario, bien sea en el de "Gracia" en Granada, o otros como es mi caso. Pero sobre este libro haré comentario cuando lo termine. Ya he llegado al interesante artículo de Manuel Titos. (Narrativa histórica, interensatísima).
Quizás mañana, D.m., esté terminado.

jueves, 13 de agosto de 2009

LA CENSURA, CENSURADA

Y aclaro por qué. El 2 de mayo del presente año 2009, el periódico IDEAL publicaba una columna titulada "Buenos días" del que fué director Don Melcho Ráiz-Pardo, bajo el título "Cadenal Rojo". Y que para una mejor información reproduzco a continuación: "U N capitoste del Régimen anterior, en los primeros 70, me echó una bronca porque nuestro periódico participó en una exposición de pintura sobre los Derechos Humanos, promovida por el Club Larra. «Parece mentira que un periódico serio como IDEAL se preste a estas manipulaciones». Un servidor había cometido el 'delito' de adherirse a la citada muestra con una reproducción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, realizada en una primera página de este periódico. Así estaban las cosas en el tardofranquismo. Una decena de años antes, cuando este plumilla comenzaba las tareas de 'un periodista en ciernes' en el querido periódico 'Patria', abarrotado de excelentes profesionales, pero dentro de la disciplina del 'Movimiento', observaba, como la cosa más natural del mundo, cómo el diario de la calle Oficios era teledirigido tantas veces. 'Se hará un editorial alabando el papel del Ejército como columna vertebral de la Patria', recuerdo una nota de servicio. Otra, desde Roma, firmada por el corresponsal Jaime Campmany: 'Dejad de atacar al cardenal de Milán, Giovanni Montini, porque va a ser el próximo Papa'. El periódico no volvió a llamar 'el cardenal rojo de Milán' a Montini y empezó sus alabanzas al papable, después Pablo VI, que había cometido una 'grave agresión' al régimen de Franco, por pedir clemencia ante la inminente ejecución del comunista Julián Grimau. Un servidor, que era más bien dormilón y se acostaba pronto, cambió sus biorritmos cuando asumió la dirección de IDEAL, en el año 1971. El periódico se tiraba en la rotativa, pero se hacía sólo la impresión de unas decenas de ejemplares. Se paraba la rotativa y los ejemplares impresos los llevaba un motorista a la delegación de Información y Turismo, donde un equipo de censores leía detenidamente el periódico. Yo aguardaba en mi despacho hasta que desde la censura me decían: «Puede salir». A veces, el periódico tenía que cambiar alguna información no del agrado de la censura, para poder circular... En fin, que me parece de cine que hoy se celebre el Día Internacional de la Libertad de Prensa, en Granada. ¡Bienvenida, libertad!" Leída esta columna y pasados dos días, esto es el 4 de mayo, envié la siguiente carta al Director del Diario IDEAL. (Carta que pasados 10 días, esto es el 14 de mayo, al no aparecer publicada y ante la sospecha de que pudiera tratarse de un error en el correo electrónico, reenvié de nuevo a la redacción del periódico. Esta era la carta: Sr. Director del diario IDEAL. Le agradecería la publicación de esta carta, que podría titularse: "NO ERA UN GRUPO DE CENSORES SINO UN FUNCIONARIO" o "aclaración". Aunque esta nota pudiera parecer relacionada con el régimen anterior, noes así. Es simple y llanamente un aclaración al Sr. Sáiz-Pardo en relacióncon la nota que publicaba en su espacio “BUENOS DÍAS” bajo el título: Cardenal rojo. He seguido y sigo todo lo que publica Vd. Don Melchor. También le he escuchado en algunas tertulias personales y en las televisiones locales(especialmente en Tele-Ideal). Y ha hablado Vd. una y cien veces sobre lo que Vd. llama “censura” y que le marcó (parece) especialmente en sus primeros años de director de Ideal, digamos que desde que tomó posesión en 1971. Tiene Vd. un sentimiento muy especial sobre aquel Delegado Provincial de Información y Turismo que Vd. y yo conocimos bien, y que por respeto no menciono su nombre, ya que ignoro si vive o no, pues en 1974 en que yo dejé dicha Delegación ya era un señor mayor y con algunos problemas de salud. Y ha dicho Vd. muchas verdades sobre aquellos años. Pero siempre emplea la palabra “CENSURA”, y que Vd. como profesional y buen conocedor de la Ley 14/1966, de 18 de marzo de Prensa e Imprenta que regía en aquellos años, y que fue derogaba por la Ley de Imprenta de 26 de junio de 1883, sabe que no era así la palabra, sino “DEPÓSITO”. (Aunque nadie ignoramos que existía solapadamente esa censura). Esta ley de 1966 en su artículo 3º decía: “De la censura.- La Administración no podrá aplicar la censura previa ni exigir la consulta obligatoria, salvo en los estados de excepción y de guerra expresamente previstos en las leyes” Y en su artículo 4º se refería a la “consulta voluntaria”, que es a lo que se atenía tanto Ideal como todas laspublicaciones que se editaban en aquellos años. Sería muy extenso detallar aquí lo estipulado en el artículo 12, que se refería al “Depósito” y por consiguiente a la responsabilidad penal que se menciona en el artículo 64. Y según ese artículo 12 y para llevar a cabo ese depósito, la Delegación Provincial de Información y Turismo tenía un funcionario destacado desde las 3 de la madrugada, que era la hora prevista en que Ideal podría llevar su primera edición (en aquellos años era la de Almería), hasta las 6, o después, en que Patria efectuaba el depósito de su periódico. Y esto es lo que yo quiero destacar aquí, que solo era un funcionario que se limitaba a sellar los 3 ejemplares devolviendo uno al empleado del periódico, que además venía en coche de la empresa, lo del motorista suena más fuerte, eran aquellos motoristas que circulaban en Madrid después de los Consejos de Ministros especialmente para notificar a los ministros sus ceses ¿lo recuerda Vd.? Después el funcionario disponía de media hora para dar cuenta en su caso al Fiscal de guardia si hubiese algo contra la legislación vigente. Dicho esto queda aclarado que no había un equipo de censores leyendo detenidamente el periódico. Y bien sabe Vd. que lo de detener la rotativa tampoco era normal.Todo esto es historia Don Melchor. Y yo que personalmente ejercí estetrabajo durante algo más de cuatro años, hoy jubilado, comprenderá que no me siento en absoluto responsable ni avergonzado. En aquellos tiempos cumplía mi misión como funcionario, como he venido cumpliendo las normas dictadas por los gobiernos de la democracia hasta el pasado mes de junio. Que se podría hablar mucho de aquellos años, pues claro que sí. Que yo enlos cuatro años que coincidieron con su toma de posesión como Director, viví muchas noches en la Delegación, pues sí, pero no tengo espacio aquí. Y podría contar muchas historias allí vividas, de las que vd. ha hablado y otras no conocidas. Me despido de Vd. con un cordial saludo y, como dice al final de su columna: “en fin, que me parece de cine que hoy se celebre el Día Internacional de la Libertad de Prensa, en Granada. ¡Bienvenida, libertad!” Enrique PÉREZ RAYA. =================== Pues bien, hasta hoy no he visto publicada mi carta. El actual Director de IDEAL viene vetando mucha de mi correspondencia, no solo sobre este tema sino de otros que como asiduo lector y colaborador a veces, le envio. Cabe aquí recordar que esto ocurre exactamente desde la jubilación del profesional y recordado subdirector Don Esteban de las Heras. Y es una lástima que cuando hay profesionales como Don Melchor que se empeñan en recordar la "censura", los actuales cargos, en este caso el Director, ejeerzan este tipo ce censura en las cartas de los lectores. Pero eso es lo que hay.......

domingo, 9 de agosto de 2009

MI PUEBLO Y SUS FIESTAS

A pesar de que cada año parecen iguales, algo muy especial tuvieron aquellas fiestas del pueblo, que todavía pasan por mi mente y que hacen que año tras año las reviva cuando se acerca el fin del verano. Ahora ya jubilado, me parece como si me hubiesen proyectado una película, en la que cuando estás en plena celebración de las fiestas del año 2009, vuelve mi mente atrás. Y comienza el rodaje de la película: Es la década de los 50 y principios de los 60 del siglo pasado. En mi casa que por este tiempo que es una de las mejores del pueblo, solamente disponíamos de dos habitaciones. La puerta de entrada daba a una placeta donde se desarrollaba parte de mí tiempo, jugando con mi tranvía de lata y una moto con su motorista con casco y todo; y como no, mi juguete preferido, hecho de una lata de atún ovalada y alambre para sujetar los dos carretes de madera que forman las ruedas. Era mi juguete preferido porque me lo había hecho mi padre. Y juego cuando no estoy en la escuela o en el catecismo (hoy se dice colegio y catequesis). Y aparte de la placeta, este espacio tan recordado por mí, dentro hay dos habitaciones. En la primera la chimenea y las dos alacenas a los lados, la mesa de camilla y bajo la luz de la ventana el “banquillo” de zapatero de mi padre, donde se pasa el día y a veces parte de la noche poniendo remiendos, tapas, suelas y medias suelas. Los precios: el remiendo de 1 a 3 pesetas dependiendo de lo grande que es; las tapas 5 o 6 pesetas y las medias suelas o suelas enteras entre 10 o 15 pesetas. Por cierto las suelas mejores son las que sacan de los laterales de las ruedas viejas de los coches o camiones que las compra en Granada y las recorta, y a golpe de martillo las pone llanas para adaptarlas porque vienen ovaladas. Y puestos a recordar, los precios: unas sandalias nuevas 6 duros y unos zapatos nuevos como los que a mí me hizo para irme al Seminario 10 duros. Aún así el negocio iba a menos y esto hizo que tuviésemos que emigrar al pueblo de al lado donde no había otro zapatero. Como complemento al sueldo de zapatero, podría ser el alquiler de las dos habitaciones que hay en la parte de arriba, a militares o guardias civiles, pero deduzco que ese ingreso extra sería para Mama Loles, mi abuela paterna que al fin y al cabo era la dueña de la casa. Y además, nunca llegué a saber lo que pagaban de alquiler. Tampoco me hacía falta. Mi vida transcurría de la casa a la calle a jugar, a la escuela y a la Iglesia actuando de monaguillo, actividad que seguí ejerciendo hasta los 16 años en que me independicé para comenzar a trabajar y de la que guardo un especial recuerdo; tanto es así que cuando puedo ayudo a mi párroco y me sirve para revivir aquellos años de mi niñez. Y volviendo a mi recuerdo de las fiestas es, porque esos días comenzaba a llenarse la casa de familiares. Primero era mi tío Paco el sastre, que llegaba un mes antes para hacer trajes a la gente del pueblo. Trabajaba en aquella mesa de camilla y en una tabla añadida; y al lado la máquina de coser y el planchador. Durante esos días la radio se ponía a más potencia para oír los discos dedicados en la Voz de Granada. Cuando iban faltando menos días llegaban algunos primos. Eran los primos ricos que vivían en Granada, y que iban al Colegio del Ave María y al Sacromonte. ¡Qué envidia les tenía yo a estos primos! Tenían colegios grandes y varios libros en un mismo año, mientras yo tenía la escuela en la primera planta del ayuntamiento, con unos grandes escalones que con mis cortos pies me costaba trabajo subirlos. Y estábamos en una sola habitación 30 o 40 niños y un solo maestro. Y me pasaba dos o tres años con la misma enciclopedia (primero la elemental, después la del primer grado y así sucesivamente). También porqué no decirlo, me gustaba que vinieran porque me traían libros que ya no les servían y yo devoraba inmediatamente, quizás por temor a que se los llevasen otra vez. Recuerdo los libros de Agustín Serrano de Haro: Lecciones de cosas, Lecturas graduadas, Historia de España, etc., etc. Y aunque la casa era la misma, allí estábamos el doble de personas. Hoy no lo entiendo. En la calle una semana antes se instalaban los puestos de “los tíos del turrón” como solíamos llamarlos. Eran unos palos amarrados con cuerdas, a veces sostenidas a los ganchos que había en las fachadas para atar los mulos y los burros o a las rejas de las ventanas. Después unas tablas que les prestaban en el molino de pan y sábanas muy blancas tanto en las tablas como en los laterales y arriba, que servían para tapar durante el día el sol que caía como hoy sigue cayendo, a 40 grados. Los dos o tres bares que había por aquel tiempo, (el de Joseillo, el de Juan Pedro Velilla), los veía esos días más llenos; o mejor dicho, llenos por completo, especialmente al medio día. Y es que la fiesta se vivía más intensamente de día y no de noche. Y en la plaza también con palos y fardos de los aceituneros, a una distancia muy alta para mi, se instalaba el conjunto musical, compuesto de solo tres o cuatro músicos, con trompeta, saxofón, acordeón, guitarra, bandurria y un llámbar (no se si es así como se escribe), pero así se llamaba a lo que hoy conocemos como batería y que estaba compuesto de tambor, platillos de mano y de pié y el tambor grande que se accionaba con el pié. Todo este montaje lo seguíamos lo más cerca que nos permitían todos los chiquillos del pueblo. Y qué decir de la llegada de la banda de música del Ave María? Con aquel director, Don José, que cojeaba de un pié. Nada más bajarse comenzaba a oírse los instrumentos afinándolos. Y sin perder tiempo unos pasacalles con disparos de cohetes. Después vendría la distribución de los músicos que se alojaban en las casas del pueblo.-Eso era solidaridad-. Hoy es imposible costear una banda de música tres días en el pueblo. Por la noche era la verbena, el plato fuerte para los mayores y como recuerdo de aquellas verbenas me queda el de Paquito Rodríguez. Que por cierto, ¿quién me iba a decir a mí en aquellos años, que cuando fuera mayor iba a saludar a este cantante que era amigo de mi tío Paco? -el sastre-. Para los niños estaban las carreras de sacos, el lanzamiento de globos y fantoches y algún que otro viaje en aquellos columpios de madera. Subidos al caballito de sube y baja y con coche de bomberos y otros artilugios. Para los más mayores estaban las carreras de cintas en bicicleta, con el aliciente de que la cinta que cogían, se la tenía que poner la niña que la había bordado (sin beso por supuesto y lo más retirados posible para que nadie pudiese hacer crítica alguna). Y después las carreras de cintas a caballo con el mismo ceremonial. La tarde se completaba con partidos de fútbol con los pueblos más cercanos y también se improvisaban plazas de toros con carros y remolques de los tractores. Y las vaquillas que se soltaban las toreaban los niños mayores, es decir los jóvenes. Mientras, mi casa seguía siendo un bullicio. Con comida extraordinaria, con carne incluida. Y yo con mis primos y los amigos también tenía algo especial: una peseta por aquí, dos reales por otro lado, hasta reunir 4 o 6 pesetas. Una peseta para un viaje en columpios, helados a un real (eran dos galletas con helado en medio), barquillos de canela y pan de la habana (con aquél pregón del vendedor que decía: “Pan de la Habana, que se come sin gana”). Todo esto a gorda (10 céntimos de peseta). Y los chupones de caramelo a un real y a dos reales dependiendo del tamaño. Y todo el día dando viajes a las casetas. El turrón era más caro y nos lo compraban los mayores. Con gran ilusión esperábamos aquel castillo de fuegos artificiales. Auténticos castillos hechos con cañas, cuanto más altos más emoción, con ruedas de colores y cohetes rateros que quemaban las medias a las mujeres. La parte más seria y más solemne era la Misa cantada en latín, con varios curas y mucho incienso. Por la noche la procesión con el patrón vestido. Eso de vestido tiene su explicación: Y es que la imagen del patrón de mi pueblo es una talla de San Sebastián, pero durante la fiesta se le ponía una especie de falda de cintura para abajo. Así que unos días antes se le ponía esta ropa. Por eso, cuando se entretenían y lo vestían más tarde, se decía: “la fiesta encima y el santo encueros”. Todavía cuando algo no está su tiempo se suele decir este dicho. Llega el final de la película y esta es la realidad. Ya no vienen los columpios con aquellos caballitos. Hoy son los coches de choque que chocan violentamente unos con los otros. Ya no hay castillos de fuegos artificiales, solo cohetes. Ya no es novedad las casetas de los tíos del turrón, sino las discotecas y los botellones. Ahora no basta con tres o cuatro músicos para formar una orquesta, hay que gastarse entre 6.000 y 15.000 euros para un conjunto o un espectáculo musical. Las cintas no las bordan las niñas del pueblo, (¿es que no saben bordar?) ahora se imprimen con ordenador o se rotulan con rotuladores. Para el fútbol no vale entregar un trofeo, piden dos o tres mil euros. Ya apenas hay fiesta de día. De día es dormir, porque la fiesta es a partir de las 12 de la noche o después. Estas no son las fiestas de mi pueblo. FOTOS: En la primera estoy yo en la escuela. Año 1950. De finales de la década de los 40 la foto en que aparece mi padre en su casa de las Piqueras, trabajando de zapatero bajo la luz de la ventana. Partido de fútbol en unas fiestas del año 80 y 81. Y de igual año los toros. Y al final cinco jóvenes entre los que aparece el segundo a la derecha mi primo Joselito -ya fallecido-. Todos con traje de fiesta. (Por cierto, que no he podido todavía identificar a los cuatro que están con él. La foto está tomada en la calle Madrid, muy cerca de donde estaba su casa o en su propia puerta donde había una placetilla). Enrique Otro blog: http://benaluadelasvillas.blogspot.com/

martes, 4 de agosto de 2009

EN LAS PIQUERAS

RECUERDOS DESDE LAS PIQUERAS
La noche del pasado día 1, del sábado al domingo, -¡qué casualidad!-, aparqué mi coche en "las piqueras". A 20 metros de distancia de la puerta de entrada de la casa donde nací. En esa casa que aparece en la fotografía a la izquierda.
¿Quién lo iba a pensar? Y por eso recordé que por aquellas fechas, -finales de los 40 y principio de los 50-, que en ese mismo punto, en ese mismo sitio y justo en ese trozo de calle de solo unos 15 o 20 metros que unen las piqueras con la calle Madrid, ahí, 60 años después, -¿quién iba a pensarlo en aquellos años?-, que ahi a ese mismo punto, iba a llegar yo a aparcar mi coche. Y además acompañado de mi inseparable Eli, mi adorable y entrañable mujer. La madre de mis cuatro hijos.
Y así ocurrió. 60 años después de aquella década de los 40.
Y nos fuimos hasta la plaza, a la verbena. Y yo iba recordando y mientras bailaba pasodobles, tangos y algo más. Y por mi mente iba pasando una película y recordaba las veces que recorrí este mismo sitio para ir a la escuela y a la plaza a jugar al lado de aquel inmenso árbol que había junto a las escalerillas de acceso a la plaza.
Por allí pasaba muchas veces todos los días para ir a casa de mi Mama Aurora. Y para ir a ver a mi tita Aurelia y al tito Rogelio, el que a la hora del regreso de las cabras al atardecer me ponía debajo de las ubres de su cabra y tenía un acierto especial para dirigir el chorro de leche para que entrara directamente en mi boca.
Y de paso llegaba a casa del tito Miguel y del tito Rafael y las correspondientes titas Matilde.
Y me quedaba en el túnel con Pepe el Canario, jugando con el coche que su hermano Emilio nos hizo con una lata de atún ovalada, dos carretes vacíos de hilo y un alambre.
Todos esos recuerdos y muchos más, pasaron por mi mente. Y cuando terminamos el baile nos fuimos a la caseta de Miguel el churreo a tomarnos los churros y el chocolate, muy cerca ya de las 5 de la madrugada. Y seguían los recuerdos que le conté a mi mujer, que pacientemente me escuchaba.
Y también recordé que en ese punto, nos caímos. Me caí yo y arrastré a mi madre hasta el suelo. Era una noche oscura. No había alumbrado y este lugar como el resto del pueblo era de tierra y piedras. Y subíamos al cruce junto al bar de "Joseillo" para ver una procesión, pero cuando me caí le pedí a mi madre volver a la casa. Ella intentaba convencerme de que ya no nos caeríamos más. Pero yo insistía y nunca me perdonaré, que dejé a mi madre sin ver aquella procesión.