lunes, 3 de enero de 2011

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR Y LOS NIÑOS


Me pidieron hace unos días un artículo que hace ahora 25 años, publiqué en el diario IDEAL. Concretamente el día 6 de enero de 1986.

Al tiempo que se lo he facilitado a quien me lo ha pedido, me ha parecido oportuno, aprovechando los nuevos medios que hoy tenemos -en mi caso concreto este blog-, reproducirlo.

Fue un trabajo que el entonces Delegado del Secretariado de Catequesis Don Pedro Gallegos me pidió para publicarlo el día 6 de enero con motivo de la fiesta de LA EPIFANÍA.


LA EPIFANÍA DEL SEÑOR Y LOS NIÑOS Fiesta de la Epifanía, fiesta de los Magos. ¿Qué significado tiene esta fiesta hoy, en la vida de nuestros hijos?
Vienen hablando ya de ella desde hace muchos días. Desde que se acercaban las vacaciones de Navidad, la mente se les ha llenado de lo que por todas partes ven y oyen: compras, muchas compras para la casa, comidas, vestidos, juguetes, muchos juguetes…., y si son los que la T.V. anuncia, mucho mejor.
Algunos quizá, sólo han oído hablar de esto. Otros, más afortunados, tienen otra visión de esta festividad. En la catequesis les han explicado los pasajes del Evangelio. Conocen que en Belén nació un Niño a quien adoraron los pastores y también los Reyes Magos. - « ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle» (Mt.2,2) Buscaban a Jesús. Habían oído hablar del nacimiento del Hijo de Dios y venían a adorar a este Niño recién nacido. Los Magos siguieron la estrella.
¿Y hoy? ¿Dónde está la estrella que nos guíe hacia Jesús?
Para los niños tiene que estar muy claro lo que celebramos los mayores. Una cena de Noche buena y otra de fin de año. Todo esto adornado con unas felicitaciones, algunos villancicos y un árbol de Navidad o un pequeño misterio en un rincón del salón, pero esto no es suficiente para satisfacer su curiosidad.
Seguirán preguntándose, ¿Dónde está Jesús? Ellos también han visto su estrella y buscan al recién nacido. Se lo han enseñado sus catequistas y lo intentaban vivir con sinceridad. Pero con esto de las vacaciones, al encerrarse en su hogar, la estrella se ha perdido entre las tinieblas que esparcen los antitestimonios.
Sin embargo, es aquí, en la casa, donde tenían que encontrar su principal catequista: su madre.
Seguimos leyendo el Evangelio de San Mateo: «Llegando a la casa, vieron al Niño, con María, su Madre» (Mt.2.11). La estrella ha vuelvo a guiar a los Magos. El Niño está con su Madre. María es la mejor catequista.
Hoy, la Iglesia tiene catequistas. Pero nuestros hogares están necesitados de «–madres- catequistas» que continúen la labor de la catequesis que se imparte en la parroquia, para que nuestros hijos, al llegar a casa, no pierdan de vista la estrella que les conduce hasta descubrir a Jesús.
La vida religiosa y moral, arranca desde el mismo principio de la vida humana. Los primeros años de la vida son importantísimos para asentar los cimientos sobre los que se fundamentará la personalidad cristiana equilibrada del futuro adulto.
Con la llegada al colegio, el niño entra a formar parte de una sociedad más amplia que la fe de la propia familia y empezará buscar una explicación más completa de la vida religiosa de los adultos que le rodean. Y lo que el niño está viendo a su alrededor es muy distinto de lo que se le dice en la catequesis.
Aquí es donde el niño pierde la estrella que le venía guiando. Se queda perdido.
La tarea de los catequistas debe estar apoyada por los educadores y muy especialmente por la propia familia. Para ayudar al niño a redescubrir la que le conduce al encuentro con Jesús.
¡No demos lugar a que pierdan definitivamente la estrella que les guiará durante toda su vida!
¡Hay que ayudarles a que caminen con fidelidad guiados por ella hasta la plenitud de una vida cristiana auténtica. Si siguen la luz de Cristo, no se perderán.
Todos: Padre, educadores, catequistas y niños, guiados por la estrella que condujo a los Magos hasta Belén, llegaremos un día a poder ofrecer a este Niño que se nos ha dado, nuestros mejores regalos: nuestras vidas para gloria del Padre.
Enrique PÉREZ RAYA. Catequista y padre de familia.

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