Y lo formábamos nosotros y y su hermano Enrique con la que era, es y será su mujer María Luísa.
Algunas tardes íbamos a la Gran Vía Eli y María Luisa, porque allí tenía el estudio de arquitectura Prieto Moreno y allí trabajaba el que hoy es mi cuñado Enrique Villoslada.
Así que nos juntamos "dos Enriques", con dos amigas que eran Eli y Maria Luísa.
Esto viene a cuento de que mi cuñado Enrique me hablaba de sus compañeros y de una manera muy especial de Manolo López al que siempre le tenía y me consta que le tiene, un cariño muy especial.
Ya fui conociendo a la familia López y recuerdo verlos en su 600 el matrimonio y las cabecillas de sus hijos diciéndonos adiós por las ventanillas cuando nos cruzábamos con ellos y decíamos: "por ahí van los López".
Pero no será hasta Enero de 1971, que con motivo del bautizo del quinto hijo, también Enrique, que por ser mi cuñado su padrino nos invitaron al bautizo.
Después vendrían más de una visita a su casa, que por cierto nos encantaba verlos porque eran (y son) unos niños y niñas encantadores y cariñosos.
Esto dió lugar a conocer también a Emilio y Ana, Pepe y Rosi, Manolo y Elo que poco a a poco nos fuimos casando y llegamos a reunir en muy pocos años un buen número de hijos.
Ya la amistad se hacía cada vez más, y la relación y las visitas más frecuentes.
Y cuando el López decidió comprarse una pequeña parcela en Gójar, allí fuimos invitados para verla.
Como se suele decir: crecimos y nos multiplicamos y como he dicho antes reunimos un buen número de niños y niñas, que estaban ansiosos de que llegara el domingo o festivo para ir a "la parcela", donde como ellos eran técnicos de la construcción pronto construyeron son sus manos y su trabajo un pequeño habitáculo para dejar los "bártulos" (sillas, mesas, etc). y fue entonces cuando Manolo y Carmen nos entregaron a cada uno llaves de la parcela. No se puede ser más desprendidos y cariñosos, lo cual todos hemos siempre agradecido y recordaremos siempre.
El López y Carmen, han sido amigos y padres de nuestros hijos en “la parcela”. Por eso de ser un poco mayores.
Y así han transcurrido años y años hasta que los hijos crecieron, se hicieron mayores y llegaron sus nietos y nietas. Y aunque eso no fue obstáculo para visitar la parcela, la frecuencia cada vez era más escasa debido a los estudios universitarios y los trabajos de aquellos niños y niñas que corrían y jugaban en la parcela. Y Eli y yo, hasta no hace mucho tiempo los visitábamos y pasábamos la tarde en su patio con una cerveza fresquita mientras nuestros niños se entretenían con los suyos.
Atrás queda el recuerdo de jornadas inolvidables. Comidas conjuntas. Excursiones por Sierra Nevada con nuestros hijos, algunos de ellos los llevábamos a cuestas porque contaban con pocos años de edad. Todavía recuerdo a Ana y a Emi con Migue y Nacho como mochila. Y de esa manera llegábamos donde nos proponíamos: a los lagunillos de la Virgen o al Elorrieta, con nuestros bocadillos y el termo de café. Por cierto que ellos siguen celebrando algunas reuniones periódicamente y todos juntos recuerdan aquella niñez inolvidable en la parcela.
Pero conviene decir para los que siguen mi blog y no lo conocen, que “el López” es Manuel López Reche. Nombre que por su lápiz y sus
plumines será siempre recordado en la Alhambra donde comenzó a trabajar siendo un niño
con pantalón corto. Y sólo él sabrá cuantos cientos o miles de dibujos han
quedado en sus archivos y en muchas publicaciones y tesis doctorales.
Sonarán siempre los
nombres de políticos y directivos; aunque no el de MLR (Manuel López Reche) que
es como firmaba sus dibujos y planos. El delineante cuyo título se queda
pequeño para esa gran maestría que tenía y conocía perfectamente.
Y pasarán políticos y
directivos, pero permanecerán para siempre los trabajos y la firma del López,
que callado y en lo suyo, -como a el le gustaba trabajar-, sin querer figurar y
sin airear su arte en el dibujo y su amplio conocimiento de todos los rincones
de la Alhambra.
El López, junto a su
esposa Carmen y sus cinco encantadores hijos, (Mari Carmen, Emilia, Manolo, Ana
y Enrique), han significado mucho en uestra vida nuestra y de nuestros hijos. Han
sido padres y hermanos.
Hace algunos años se nos fue uno de los componentes de la parcela: Pepe García. Ahora nos toca también llorar la pérdida del López.
Seguiremos visitando y en lo que sea posible, junto a su inseparable Carmen que siempre ha sido su fiel esposa. Le acompañaba a la compra y hacer fotocopias. Se acompañaban siempre mutuamente y por eso, Carmen, comprendemos que lo va a echar mucho de menos.
También sus hijos y nietos que hoy sienten la pérdida de este padre y abuelo.
Nos queda el consuelo de que Manolo estará allí en ese lugar que Dios, en el que siempre ha creído, le tendrá reservado. Y seguro que también encuentra un rincón donde poder echar la siesta, que él no perdonaba.
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