LLEVO una hora
navegando por internet y mirando mi correo.
Ahora al terminar abro facebook y
encuentro que el Papa Francisco cada día nos sorprende -al menos a mí- con algo
nuevo.
El pasado día 6 de diciembre en la homilía en la capilla de la CAsa
Santa Marta dice que "rezar es un poco molestar a Dios, para que nos
escuche".
Nos recuerda el pasaje de los ciegos del Evangelio que gritan detrás de Jesús su
necesidad de ser curados. O como el ciego de Jericó, que invoca la intervención
del Maestro con una voz más fuerte de quien quiere acallarlo.
Hoy hay muchos
que quieren acallar las peticiones de los cristianos.
Pero el que necesita y
acude a pedirle a Jesús directamente y también por que no a través de la
intervención de María, grita y seguirá gritando cada vez más fuerte hasta que, como decía ayer día 8 de diciembre, el párroco de Benalúa de las Villas en su homilía, "hasta que
cansado por no oírnos más, nos concederá aquello que pedimos y que es bueno para
nuestra vida".
Como el ejemplo tan claro del niño que está pidiéndole a su mamá o
a su papá tal o cual cosa, insiste una vez y otra vez más, hasta que por no
oírlo se lo concede. Eso lo hemos vivido una y otra vez: "Toma por no oírte".
Este es el texto completo al que me refiero y que pueden ver en la siguiente dirección:
http://www.aciprensa.com/noticias/rezar-es-molestar-a-dios-para-que-nos-escuche-dice-el-papa-francisco-27561/
VATICANO, 06 Dic. 13 / 04:15 pm (ACI).- En su homilía de la Misa de esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco
dijo que "rezar es un poco molestar a Dios, para que nos escuche" con la certeza
de que la oración será escuchada.
El Santo Padre explicó que la oración tiene dos actitudes: es "necesaria" y al mismo tiempo es "segura" del hecho que Dios, en sus tiempos y en sus modos, escuchará la necesidad.
"No sé si quizás esto suena mal, pero rezar es un poco molestar a Dios, para que nos escuche. Pero, el Señor lo dice: como el amigo a medianoche, como la viuda al juez… Es atraer los ojos, atraer el corazón de Dios hacia nosotros… Y esto lo han hecho aquellos leprosos que se le acercaron: ‘Si quieres, puedes sanarnos!’ Lo han hecho con una cierta seguridad. Así, Jesús nos enseña a rezar".
"Cuando nosotros rezamos, a veces pensamos: ‘Pero, si, yo digo esta es mi necesidad, le digo al Señor una, dos, tres veces, pero no con tanta fuerza. Después me canso de pedirlo y me olvido de pedirlo’. ´Éstos gritaban y no se cansaban de gritar’. Jesús nos dice: ‘Pidan’, pero también nos dice: ‘Llamen a la puerta, y quien llama a la puerta hace ruido, fastidia, molesta".
El Papa reflexionó sobre el pasaje de los ciegos del Evangelio que gritan detrás de Jesús su necesidad de ser curados. O como el ciego de Jericó, que invoca la intervención del Maestro con una voz más fuerte de quien quiere acallarlo. Porque el mismo Jesús, recordó el Santo Padre, ha enseñado a orar como "el amigo fastidioso" que pide comida a medianoche, o como "la viuda con el juez corrupto".
Los ciegos, dijo el Pontífice, "se sienten seguros de pedir al Señor la salud", porque a la pregunta de Jesús si creen que Él pueda curarlos, ellos responden: "¡Sí, Señor, creemos, estamos seguros!".
"Y la oración tiene estas dos actitudes: es necesaria y es segura. Oración necesaria siempre: la oración, cuando nosotros pedimos alguna cosa, es necesaria: 'tengo esta necesidad, escúchame, Señor'. Pero también, cuando es verdadera, es segura: ‘¡Escúchame! Yo creo que tú puedes hacerlo porque tú lo has prometido’".
"Él lo ha prometido": he aquí la piedra angular sobre la que se apoya la certidumbre de una oración. "Con esta seguridad –repitió el Papa– decíamos al Señor nuestras necesidades, pero seguros que Él pueda hacerlo". Rezar, dice, es sentirse preguntar por Jesús la pregunta a los dos ciegos: "¿Tú crees que yo pueda hacer esto?".
El Papa explicó seguidamente que "Él (Dios) puede hacerlo. Cuando lo hará, como lo hará no lo sabemos. Esta es la seguridad de la oración. La necesidad de decirla con verdad, al Señor. ‘Soy ciego, Señor. Tengo esta necesidad. Tengo esta enfermedad. Tengo este pecado. Tengo este dolor…’, pero siempre la verdad, como son las cosas".
"Y Él siente la necesidad, pero siente que pedimos su intervención con seguridad. Pensemos si nuestra oración es necesaria y es segura: necesaria, porque decimos la verdad a nosotros mismos, y segura, porque creemos que el Señor puede hacer aquello que le pedimos", concluyó."
El Santo Padre explicó que la oración tiene dos actitudes: es "necesaria" y al mismo tiempo es "segura" del hecho que Dios, en sus tiempos y en sus modos, escuchará la necesidad.
"No sé si quizás esto suena mal, pero rezar es un poco molestar a Dios, para que nos escuche. Pero, el Señor lo dice: como el amigo a medianoche, como la viuda al juez… Es atraer los ojos, atraer el corazón de Dios hacia nosotros… Y esto lo han hecho aquellos leprosos que se le acercaron: ‘Si quieres, puedes sanarnos!’ Lo han hecho con una cierta seguridad. Así, Jesús nos enseña a rezar".
"Cuando nosotros rezamos, a veces pensamos: ‘Pero, si, yo digo esta es mi necesidad, le digo al Señor una, dos, tres veces, pero no con tanta fuerza. Después me canso de pedirlo y me olvido de pedirlo’. ´Éstos gritaban y no se cansaban de gritar’. Jesús nos dice: ‘Pidan’, pero también nos dice: ‘Llamen a la puerta, y quien llama a la puerta hace ruido, fastidia, molesta".
El Papa reflexionó sobre el pasaje de los ciegos del Evangelio que gritan detrás de Jesús su necesidad de ser curados. O como el ciego de Jericó, que invoca la intervención del Maestro con una voz más fuerte de quien quiere acallarlo. Porque el mismo Jesús, recordó el Santo Padre, ha enseñado a orar como "el amigo fastidioso" que pide comida a medianoche, o como "la viuda con el juez corrupto".
Los ciegos, dijo el Pontífice, "se sienten seguros de pedir al Señor la salud", porque a la pregunta de Jesús si creen que Él pueda curarlos, ellos responden: "¡Sí, Señor, creemos, estamos seguros!".
"Y la oración tiene estas dos actitudes: es necesaria y es segura. Oración necesaria siempre: la oración, cuando nosotros pedimos alguna cosa, es necesaria: 'tengo esta necesidad, escúchame, Señor'. Pero también, cuando es verdadera, es segura: ‘¡Escúchame! Yo creo que tú puedes hacerlo porque tú lo has prometido’".
"Él lo ha prometido": he aquí la piedra angular sobre la que se apoya la certidumbre de una oración. "Con esta seguridad –repitió el Papa– decíamos al Señor nuestras necesidades, pero seguros que Él pueda hacerlo". Rezar, dice, es sentirse preguntar por Jesús la pregunta a los dos ciegos: "¿Tú crees que yo pueda hacer esto?".
El Papa explicó seguidamente que "Él (Dios) puede hacerlo. Cuando lo hará, como lo hará no lo sabemos. Esta es la seguridad de la oración. La necesidad de decirla con verdad, al Señor. ‘Soy ciego, Señor. Tengo esta necesidad. Tengo esta enfermedad. Tengo este pecado. Tengo este dolor…’, pero siempre la verdad, como son las cosas".
"Y Él siente la necesidad, pero siente que pedimos su intervención con seguridad. Pensemos si nuestra oración es necesaria y es segura: necesaria, porque decimos la verdad a nosotros mismos, y segura, porque creemos que el Señor puede hacer aquello que le pedimos", concluyó."
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