miércoles, 12 de febrero de 2014

El Molino de San Juan de los Reyes

Un paseo por cualquier rincón granadino, y muy especialmente por el Albaicín, permiten poder admirar algunas antigüedades que para los más jóvenes son totalmente desconocidas y a veces ni siquiera saben de su existencia. Para los que ya hemos cumplido algunos años y sobre todo para los que hemos vivido por esa zona, pasear por la Calle San Juan de los Reyes es revivir años en los que ni siquiera había agua potable.
Y sí funcionaban todavía los molinos de agua.


Puerta de entrada al molino
con el escudo de la familia de los Ribera
Un ejemplo es el "Molino de San Juan de los Reyes", ubicado en la calle de San Juan de los Reyes número 55.
La fachada del edificio presenta un escudo nobiliario perte­neciente a la familia de los Ribera. Con este es­cudo de armas se quiso identificar la titularidad a que pasó el molino tras la conquista castellana de 1492. El molino cuenta con 2 cárcamos. Su ma­quinaria ha desaparecido. Durante las obras de restauración de 1994, tras analizar la técnica cons­tructiva se pudo datar su construcción en el siglo XII. Constaba de dos pisos con planta en forma de “L”. Sus muros eran de cantería y mamposte­ría en la base y de fábrica de ladrillo macizo en sus alzados. En la actualidad subsisten las cuatro muelas empotradas en los muretes, al exterior del edificio, así como un fragmento de otra que hace las veces de peldaño de entrada.
Dos piedras del molino
dan fe de la historia del mismo
A partir de este molino, la acequia adoptaba el nombre de Darri­llo Sucio o Darro Turbio, por incorporarse a ella las aguas residuales del barrio.

Otro día me ocuparé de la acequia que discurre por la calle San Juan de los Reyes y de la que fui testigo por haber vivido en el antiguo número 34 de dicha calle (frente a la puerta de entrada de la Iglesia de San Juan de los Reyes). Y en el patio de dicha casa, existía una gran tinaja donde entraba el agua directamente de la acequia y para el servicio de la casa unas pilas (ó lavaderos) para lavar por las que discurría el agua de una a otra.
La acequia seguía su curso calle abajo y daba servicio al citado molino, y seguía más abajo entrando a los patios para dar servicio a todos sus vecinos.

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