El virus de la
gripe de 1918
Se ha
conseguido resucitar a la cepa más mortífera del virus de la gripe de toda la
historia. ¿Puede revelar el virus 1918 cómo mató a millones de personas y dónde
pueden ocultarse otros similares?
Enfermos con gripe en el Hospital de Campaña n.o 45 del
ejército de los Estados Unidos en la localidad francesa de Aix-les-Bains, en
1918. La gripe mató a 43.000 soldados norteamericanos movilizados durante la
Primera Guerra Mundial. Esa cifra representaba casi el 40 por ciento de las
bajas militares estadounidenses. [GEORGE RETSECK (virus); CORBIS (hospital)]
EN SÍNTESIS
La pandemia de gripe que
asoló el planeta entre 1918 y 1919 tuvo un carácter excepcional por el ingente
número de víctimas, sobre todo jóvenes, que sucumbieron ante un virus de la
gripe de letalidad insólita.
Durante largo tiempo
permaneció envuelta en el misterio la razón de tamaña virulencia. Hasta que los
autores desarrollaron técnicas que permitieron recuperar genes del virus 1918 a
partir de tejidos conservados de víctimas de la pandemia.
El análisis de estos genes y
de las proteínas que codifican ha revelado algunas características del virus
que suprimirían las defensas inmunitarias y, a un mismo tiempo, instarían una
violenta respuesta inmunitaria en las víctimas, lo que contribuiría a su
elevada mortalidad.
Seguimos sin conocer el
origen del virus pandémico. Los autores rechazan que procediera de los
huéspedes aviares y mamíferos conocidos.
El 7 de septiembre de 1918, en los momentos más
críticos de la primera guerra mundial, un soldado de un campo de entrenamiento
situado a las afueras de Boston cayó enfermo con fiebre elevada. Los médicos le
diagnosticaron una meningitis, pero cambiaron de opinión al día siguiente,
cuando una docena de soldados fueron hospitalizados con síntomas respiratorios.
El día 16 se declararon 36 nuevos casos de aquella enfermedad desconocida.
Sorprendentemente, el 23 de septiembre se habían declarado 12.604 casos en un
campamento de 45.000 soldados. Al final del brote, una tercera parte de la
población del campo había enfermado de esta grave dolencia y, de ellos, casi
800 murieron. A menudo, los soldados fallecidos presentaban una coloración
azulada de la piel y, antes de morir por asfixia, padecieron terribles
sufrimientos. Muchos fallecieron apenas 48 horas después de presentar los
primeros síntomas; en la autopsia sus pulmones aparecieron repletos de líquido
o sangre.
El conjunto de síntomas no guardaba relación con
ninguna enfermedad conocida. William Henry Welch, reputado patólogo de la
época, supuso que «debe ser alguna nueva clase de infección o plaga». La
enfermedad no era una plaga ni ningún agente nuevo: se trataba de la gripe.
Aquella cepa del virus de la gripe, especialmente virulenta e infecciosa, mató
a unos 40 millones de personas en todo el mundo entre 1918 y 1919.
CONTENIDOS
RELACIONADOS
·
La necesidad
de una vacuna universal contra la gripe
·
Y se le
llamó gripe española
El brote de gripe más mortífero de la historia moderna
desapareció con la misma celeridad con que se presentó. Durante largo tiempo se
creyó que su agente causal se había perdido. Nadie conservó muestras del
patógeno para estudios posteriores, pues no se supo que era un virus hasta los
años treinta. Pero gracias a la previsión del Museo Médico del Ejército de los
Estados Unidos, a la perseverancia del patólogo Johan Hultin y a los avances
del análisis genético de muestras antiguas de tejido, se consiguió recuperar
partes del virus de 1918 y estudiar sus características. Ahora, después de más
de 80 años de la terrible catástrofe de 1918-1919, las muestras de tejido
recogidas de víctimas arrojan luz sobre la naturaleza de esa cepa pandémica y
sobre la actividad de los virus de la gripe en general.
Pero no es la mera curiosidad histórica lo que motiva
la investigación. Los virus de la gripe evolucionan sin cesar. Nuevas cepas
atacan una y otra vez a la población. Desde 1918, se han desarrollado cepas
pandémicas del virus de la gripe en dos ocasiones: en 1957 y en 1968. Asimismo,
cepas que acostumbran infectar solo animales, han atacado de vez en cuando al
hombre; recuérdese el reciente brote de gripe aviar en Asia. Nos hemos
propuesto un doble objetivo; primero, descubrir en virtud de qué el virus de 1918
adquirió tal virulencia, lo que nos permitiría desarrollar tratamientos y
medidas preventivas antigripales; segundo, establecer el origen de los virus
pandémicos, para identificar posibles fuentes de futuras cepas pandémicas.
Pandemia de gripe de 1918
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Pandemia de gripe de 1918 |
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Hospital improvisado en Camp Funston, Kansas, en 1918. |
|
Agente patógeno |
|
Patógeno |
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Tipo de patógeno |
|
Enfermedad causada |
Gripe española |
Datos históricos |
|
Inicio del contagio |
1918 |
Lugar de inicio |
|
Nivel del contagio |
Pandemia |
Fin del contagio |
1920 |
Datos del contagio |
|
Casos confirmados |
|
Fallecidos |
50-100 millones (estimado) |
Mortalidad por edades de las
epidemias de gripe normales de 1911 a 1917 (línea de rayas) y de la epidemia de
1918 (línea continua). El pico central muestra la peculiar mortalidad de 1918
entre niños, jóvenes y adultos.
Otro foco de
la enfermedad se localiza en Asia central, en el que era parte del extenso
Imperio ruso, la cual asolada por una epidemia de gripe desconocida ocurrida
entre 1889 a 1890, llegando a puertos orientales de Rusia en ese año y de allí
exportada por navíos militares a América globalizándose en el mundo.9
La enfermedad
fue reportada por primera vez el 4 de marzo de 1918, en Fort Riley (Kansas, Estados Unidos) aunque
ya en el otoño de 1917 se había producido una primera oleada heraldo en
al menos catorce campamentos militares.10 Tradicionalmente se ha
localizado al paciente 0 en Estados Unidos, concretamente, en el Condado de Haskell, en abril de 1918, y en algún momento del verano de ese mismo
año este virus sufrió una mutación o grupo de
mutaciones que lo transformó en un agente infeccioso letal. El primer caso
confirmado de la mutación se dio el 22 de agosto de 1918 en Brest, el puerto francés por
el que entraba la mitad de las tropas estadounidenses aliadas en la Primera Guerra Mundial.11
Recibió el
nombre de gripe española porque la pandemia ocupó una mayor
atención de la prensa en España que en el resto de
Europa, ya que no estaba involucrada en la guerra y por tanto no se censuró la información
sobre la enfermedad. Aunque el origen del virus se acepta que fue Estados Unidos —fue el 4 de marzo
de 1918 en Camp Funston, uno de los campamentos militares establecidos en
Kansas tras el comienzo de la I Guerra Mundial donde se registró el primer
caso—, un estudio de 2014 plantea la hipótesis de que el origen de una de las
cepas letales del virus pudo estar en Madrid, aunque sin pruebas científicas de
que esto fuera así.11
Con el fin de
estudiar la pandemia de gripe, los científicos han empleado muestras de tejido
de víctimas congeladas para reproducir el virus.12 Dada la extrema virulencia del brote y la
posibilidad de escape accidental (o liberación intencionada) de la cuarentena, hay cierta
controversia respecto a las bondades de estas investigaciones. Una de las
conclusiones de la investigación fue que el virus mata a causa de una tormenta de citocinas, lo que explica su naturaleza extremadamente grave y el perfil
poco común de edad de las víctimas.
Historia de la gripe de 1918
Tradicionalmente
se ha considerado «enfermo cero» al cocinero Gilbert Michell de Fort Riley en Kansas ingresado el 4 de
marzo de 1918. Horas después ya se contabilizaban decenas de casos, hasta el
punto de tener que habilitar un hangar para los enfermos,
pues el hospital no tenía capacidad suficiente.13 Sin embargo,
investigadores como Santiago Mata (2017) recogen informes y
publicaciones donde se afirma que ya se habían detectado brotes muy virulentos
de la gripe meses antes y no en Kansas, sino en casi todos, por no decir todos,
los campamentos militares estadounidenses habilitados para el envío de soldados
a Europa.nota 1
La gripe
llevaba tiempo incrementando sustancialmente su tasa de mortalidad. Así, Mata (2017) recoge el dato de
18 886 muertos por gripe en 1916, un 2,6 % de mortalidad cuando una
gripe estacional arrojaba en Estados Unidos una mortalidad media de un
0,056 %. Esta tasa de mortalidad en 1916 suponía ya un incremento del
65 % respecto a 1915 y a su vez la mortalidad de ese año fue un 75 %
más que la de 1914. Sin embargo, estas cifras se obtienen de la población en general,
cuando la gripe afecta mucho más a niños y sobre todo a persona mayores, hasta
un 95 % de los muertos estacionales pertenecen a este colectivo.14 Pero en diciembre de
1917 surge un dato sorprendente en Camp Greene, cerca de Charlotte (Carolina del Norte), donde se constatan 20 muertos de un total de 565 enfermos de
gripe, todos ellos hombres jóvenes. Esta cantidad supone un incremento entre
100 y 200 veces la tasa de mortalidad habitual para población juvenil. Por esta
razón se considera que fue en Camp Greene donde apareció el paciente 0
infectado por el H1N1. Además los síntomas
descritos se diferencia de los de una gripe estacionaria para ir pareciéndose a
los de la gripe pandémica.
Los síntomas detectados en el Campamento Greene[editar]
Viñeta humorística haciendo referencia al Soldado de Nápoles,
nombre dado inicialmente a la enfermedad por ser tan pegadiza como la partitura
de aquella zarzuela.15
·
Cara con color grisáceo;
·
pupilas moderadamente
dilatadas;
·
fiebre superan los 39
grados;
·
pulso rápido, superando
las 140 pulsaciones por minuto incluso pudiendo llegar a las 160;
·
respiración superficial y rápida;
·
agotamiento extremo.
·
Entre cuatro y seis horas tras los primeros síntomas los pulmones del paciente ya
comenzaban a segregar exceso de líquido.
·
Entre las 12 y 18 horas después de aparecer los síntomas
anteriores se producía un empeoramiento con más líquido pulmonar, más disnea, aumento en la
dilatación pupilar, postración, sudoración profusa, aumento de la fiebre.
·
De no remitir los síntomas la muerte sobrevenía entre las 24 y
48 horas después de producirse el empeoramiento.
Pero estos
primeros síntomas fueron empeorando según avanzaba la enfermedad. En febrero al
cuadro anterior era necesario añadir en varios casos el dolor abdominal, hasta
el punto de confundirse con una apendicitis, las pulsaciones
aumentaban aún más en los casos de la segunda oleada, su color era todavía más
pálido y el aspecto se asemejaba al de los enfermos por fiebres tifoideas. Esto podía empeorar
aún más la situación al ir pasando los pacientes de una sección especializada a
otra (Mata, 2017).
Expansión de la epidemia[editar]
El auditorio municipal de
Oakland convertido en improvisado hospital en 1918.
El presidente
estadounidense Woodrow Wilson consultó con el
general Peyton C. March, jefe del estado mayor estadounidense desde mayo de 1918, si
deberían suspender los envíos de tropas a Europa para no propagar la epidemia,
pero March le indicó que una noticia así podía perjudicar mucho la marcha en el
frente al saber la Triple Alianza los problemas entre las filas de su enemigo. Por esta
razón Wilson no detuvo los envíos, pese a llegarle informes de que sus ciudadanos
estaban enfermando e incluso muriendo en los barcos al declararse la gripe a
bordo. En agosto de 1918 ya eran cerca de un millón y medio de soldados
estadounidenses desplazadas a Europa, muchos enfermos de gripe.14
Tras
registrarse los primeros casos en Europa, al parecer en Francia, la gripe pasó al Reino Unido, después a Italia, más adelante cruzó
a Alemania y por último
a España, un país neutral en la
guerra que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus
consecuencias, de ahí que, pese a ser un problema internacional, se le diera
este nombre por parecer en las informaciones de la época que era el único país
afectado.13 Los hospitales estaban
colapsados y los hospitales militares también tenían todas las plazas ocupadas.
En el frente la ofensiva de 1918 se suspendió por el ejército alemán porque
tenía a un millón de soldados enfermos en el mes de mayo. En la oleada de mayo
de 1918 se cree que más de la mitad de los madrileños habían contraído la
enfermedad. Resultó un duro golpe para la población europea, pero también para
la moral porque, con los adelantos conseguidos en la higiene y la sanidad, las
autoridades consideraban orgullosamente haber desarrollado servicios sanitarios
capaces de dejar en el olvido a pasadas epidemias de cólera y otras.14
Pese a todo
lo peor estaba por llegar. Aunque ciudades como Madrid habían pasado lo más
duro, la segunda oleada de 1918 afectó tanto a las ciudades como a pequeños
municipios del mundo rural. El 75 % de las muertes se cree que
acontecieron en la segunda oleada de 1918.14 Aunque esta epidemia
comenzó siendo una gripe relativamente benigna, su mortalidad fue aumentando
progresivamente.16
En 1919 la
enfermedad ya fue mucho menos virulenta por estar la mayoría de los organismos
adaptados al virus. Finalmente en 1920 aún se detectó un último repunte, pero
no hubo más. Sin embargo, los efectos negativos sobre la población siguieron
produciéndose en forma de mortalidad infantil al perder los niños a uno de los
dos progenitores y en algunos casos a los dos. Con todo la gran epidemia de la
gripe desapareció de una forma muy parecida a como había empezado, entre otras
razones por estar la mayoría de los supervivientes inmunizados. Así el virus de
2009 que pertenece a la misma familia del H1N1 resultó mucho menos letal.14
La pandemia en cifras
Se desconoce
la tasa de mortalidad de la pandemia de 1918-1920, pero autores como Juan
Carlos Losada (2012) estiman que
murieron del 10 % al 20 % de los infectados. Su tasa de morbilidad pudo llegar hasta
la mitad de la población mundial,17 pero otras fuentes la
elevan hasta dos tercios,14 esta tasa de letalidad significa que
entre un 3 % y 6 % de la población mundial murió,6 pero varía muchos con
las poblaciones, pues pueblos indígenas del Pacífico o el Ártico llegaron a
perder hasta el 90 % de su población.14 La gripe pudo haber
matado a 25 millones de personas en las primeras 25 semanas. Estimaciones más
antiguas indicaban que murieron entre 40 y 50 millones de personas.5 Sin embargo, gran
cantidad de países no disponían de un servicio sanitario capaz de recoger datos
fidedignos y muchos de los muertos no fueron contabilizados; por esta razón
estimaciones actuales mencionan entre 50 y 100 millones de víctimas.1718 Es difícil, sin
embargo, compararla con otras importantes pandemias de gripe del pasado de las
que ahora es imposible extraer alguna información, como la de 1580.
España fue
uno de los países europeos más afectados con cerca de 8 millones de personas
infectadas en mayo de 1918 y más de 200 000 muertes (a pesar de que las cifras
oficiales redujeron las víctimas a «solo» 147 114 personas).19202122
Se estima que
en China murieron 30
millones de personas,[cita requerida] alcanzando una
mortalidad del 40 % de la población en algunas zonas. En el Ejército de
China, al menos el 35 % de las tropas que enfermaron murieron. En Estados Unidos, cerca del 28 % de
la población padeció la enfermedad y murieron entre 500 000 y 675 000
personas.23 En el Reino Unido murieron
250 000,23 en España 200 000 (el
1 % de la población),24 En Colombia aproximadamente
3000 (Principalmente en el departamento de Boyacá), 25 en Venezuela 25 000,26 en Argentina oficialmente
14 997, aunque se estima el doble,3 en Paraguay unas 2 000
personas, en Francia 400 00023 y en Italia una cifra similar.27 En la India británica fallecieron de 1023 a 17 millones.28 Las estimaciones sobre
el África subsahariana hablan de 1,5 a 2 millones de víctimas.23 En Alaska en el pueblo inuit de Fairbanks de los 80
habitantes, 78 murieron en sólo una semana y en Sudáfrica, murieron comunidades
enteras, en Australia murieron unas
80 000 personas y en Fiyi murió el 30 % de la población en
sólo dos semanas, mientras que en Samoa Occidental el 40 %,
en Chile murieron
43 113 personas.29
En el caso
del Perú, se documentaron tres
olas de gripe, la primera en Lima entre julio y septiembre de 1918. La
segunda fue entre noviembre de 1918 y febrero de 1919, la misma que se extendió
a Trujillo e Iquitos, en el río Amazonas. La tercera ola se
registró entre enero y marzo de 1920 en Lima y de julio a octubre en Ica. No se cuenta con datos precisos sobre la
mortalidad que causó el virus.30 Respecto de Colombia, la pandemia comenzó a
circular en Bogotá y luego el
departamento de Boyacá dejando 2800
fallecidos a su paso en octubre de 1918 y se prolongó hasta agosto de 191931. En Costa Rica se cuenta
información de un aproximado de 2300 fallecidos según datos revelados en marzo
de 1920.
Remedios utilizados para curar la gripe
en 1918[editar]
Biólogos españoles ante el microbio de la gripe española.
La población
mundial está inmunizada para cepas de la gripe que son habituales pero ante
mutaciones o nuevas cepas muy agresivas puede estar muy indefensa. No existían vacunas
en 1918. Los primeros estudios comenzaron de manera eficaz en 1931 y fue en los
años cuarenta cuando el ejército de los Estados Unidos desarrolló las primeras
vacunas inactivas aprobadas para la gripe, que se utilizaron en la Segunda Guerra Mundial.3233
Ante la
pandemia mundial de 1918 no se lleva la cuenta de cuantos remedios milagrosos
se anunciaron.13 Pero los médicos
también utilizaron todos los recursos a su alcance: desde el antiguo arte de
sangrar a los pacientes, administrarles oxígeno, hasta suministrar cantidades
enormes de aspirinas. Se trataron de desarrollar nuevas vacunas y sueros,
principalmente contra varios tipos de neumococos y lo que ahora
llamamos Haemophilus influenzae, un nombre derivado del hecho de que
originalmente se consideraba el agente etiológico. Pero solamente una medida
terapéutica mostró algún éxito: la transfusión de sangre de pacientes
recuperados a nuevas víctimas; estrategia que se vuelve a probar en la
enfermedad del COVID-19 de 2020.3435
Como
ilustración de la falta de terapias puede señalarse que con motivo de la
pandemia de gripe de 1918 se publicó un Boletín Oficial Extraordinario
de la Provincia de Burgos (España), una orden donde se indicaba el
peligro de las reuniones, el modo de contagio y la necesidad de seguir las indicaciones del médico:36
...Habiéndose cometido por
algunos pueblos la imprudencia, á pesar de lo dispuesto por este Gobierno civil
en la circular inserta en el Boletín de 25 del mes último, de celebrar las
fiestas de la localidad, dando origen con ello á que se haya difundido
rapidísimamente la epidemia entre el vecindario, creando con ello situaciones
angustiosas para dichos pueblos, vuelvo á reiterar á los que todavía no estén
convencidos del grave peligro que esto encierra, que se abstengan
terminantemente de celebrar dichas fiestas ó reuniones... Por tanto, estoy
resuelto á castigar duramente, como ya se ha hecho en algún caso, a los
incumplidores de esta disposición. Asimismo recuerdo que la infección
se propaga por las gotitas de saliva que despide el que habla, tose, etc. á
nuestro lado, al ser respiradas por los que le rodean... Que se abstengan, en
consecuencia, de permanecer en locales cerrados, mal ventilados, donde se reune
mucha gente, como tabernas, cafés, etc. Que se extreme la limpieza de las
casas. Que se tengan abiertas todo el día las ventanas de los dormitorios y se
ventilen con frecuencia los locales donde permanezcan durante el día. Estar en
el campo el mayor tiempo posible porque el aire libre, el agua y la luz son los
mejores desinfectantes en esta ocasión. Tener mucha limpieza de la boca y en
una palabra, seguir los consejos del Médico y desoir á los ignorantes que se os
invitan á beber alcohol ó consumir tabaco como remedios preventivos por ser sus
efectos en esta ocasión más nocivos que nunca. Burgos 4 de octubre de 1918. El
Gobernador, Andrés Alonso López.36
Según Losada (2012) varios
cargos públicos españoles utilizaron la vieja diligencia de huir, porque hasta
bien entrado el siglo xix se
decía:
De
las mortíferas pestes tres diligencias libertan: pronta salida, remota
distancia y muy larga ausencia.37
Estudios
recientes[editar]
Imagen al microscopio electrónico del virus de 1918
(recreado en laboratorio).
El 26 de febrero de 2001 en la publicación científica PNAS se reconstruyó por primera vez un
virus de gripe con la secuencia del segmento NS del virus de 1918 y con la
secuencia de un virus adaptado en ratones. Los investigadores reconstruyeron
ese virus quimera y evaluaron su virulencia.
Los
investigadores que realizaron este trabajo comprendieron que la clave para
entender el potencial de virulencia de una cepa de virus de gripe pasaba por
estudiar su patrón molecular y las características fenotípicas asociadas a su
secuencia genética; en otras palabras, la clave para entender la virulencia de
una cepa de gripe requiere manipular la secuencia genética del virus y estudiar
su comportamiento. La técnica biomolecular que permite realizar tales estudios
recibe el nombre de «genética reversa». La genética reversa se basa en la
posibilidad de «rescatar» un virus de novo a partir de la
expresión de su material genético. La expresión coordinada del genoma de un
virus en una célula usando vectores de expresión permite que se produzcan todos
los factores necesarios para la creación del virus.
Un equipo
multidisciplinario, capitaneado por el burgalés Adolfo García-Sastre, uno de los padres de la genética reversa del virus de la
gripe, se propuso en el 2003 la titánica tarea de encontrar las causas que
propiciaron la pandemia de virus de la gripe de 1918. Los investigadores que
participaron en este proyecto pretendían encontrar esas causas analizando las
características moleculares distintivas de este virus pandémico. El equipo
englobó, junto con el grupo de Adolfo García-Sastre, a los grupos de Peter Palese, Ian Wilson, Christopher Basler, Michael Katze y Jeffrey Taubenberger.
El 6 de febrero de 2004 se publicó en la revista Science un artículo
realizado por dos equipos de investigadores, uno dirigido por Sir John Skehel,
director del Instituto Nacional de Investigación Médica (National Institute
for Medical Research) de Londres, y otro por el profesor
Ian Wilson del Scripps Research Institute de San Diego, California. Ambos habían obtenido
la síntesis de la proteína hemaglutinina responsable de la epidemia de 1918 de
gripe española juntando ADN procedente
del pulmón de una mujer inuit encontrada en la tundra de Alaska y de muestras
preservadas de soldados estadounidenses de la Primera Guerra Mundial.
Posibilidades de contenerla con los
medios actuales
Si en el
siglo xxi se produjera
una zoonosis causante de un
virus muy virulento y del que la especie humana no ha tenido contacto alguno,
no se considera posible detenerlo con los medios actuales, al menos la primera
oleada (véase el ejemplo de la pandemia de enfermedad
por coronavirus de 2019-2020). Ciertamente la Humanidad cuenta con varias ventajas respecto
a la situación científica y técnica de 1918. Algunas de las más importantes
son:14
Laboratorio de contención
biológica nivel 4.
·
Poseer laboratorios de contención biológica nivel 3 y 4 en
lugar de tener los médicos que investigar protegidos por una bata y una mascarilla.
·
Disponer los hospitales mucho mejor equipados, con medios como
unidades de cuidados y de vigilancia intensiva.
·
Poseer más información y experiencia, tanto en el aislamiento,
estudio del agente infeccioso para sintetizar vacunas, como en el conocimiento
de los patógenos y las formas de
combatirlos, en 1918 no tenían claro si era un virus, una bacteria o algún otro
causante.
·
Disponer de una industria farmacéutica capaz de producir
ingentes cantidades de antibióticos y antivirales que detengan las infecciones
secundarias y la infección principal.
·
Contar con una capacidad mucho mayor para producir vacunas.
Pese a todas
estas ventajas, con una población de siete mil millones de seres humanos y
el transporte aéreo como nuevo vector de propagación se considera imposible
detener una epidemia como la de 1918, al menos en su primera oleada. Escapa de la
capacidad técnica y científica actual aislar el virus, analizarlo, encontrar
una vacuna y producir las suficientes dosis antes de que el virus se expandiera
por el mundo. Del mismo modo la industria farmacéutica, pese a estar mucho más
desarrollada que en 1918, no sería capaz de producir suficientes antibióticos
ni suficientes antivirales para varios miles de millones de personas en poco
tiempo.14
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