sábado, 21 de febrero de 2009

Cómo viví yo el 23F

Para situar en el lugar y el tiempo al lector de "mis cosas", decir que aquella tarde del 23 de febrero de 1981, yo me encotraba trabajando en la Delegación Provicial del Ministerio de Educación y Ciencia, en la Calle Duquesa 22 de Granada. En aquel momento yo tenía 37 años, estaba (y estoy felizmente) casado, y tenía 3 hijos. Digo tenía porque 7 años después naceria mi cuarto hijo, por eso hoy no son tres, sino 4.
La mañana se había desarrollado normalmente. Es más, era uno de los momentos en que mi trabajo iba "viento en popa" y cuando yo me econtraba más satisfecho del funcionamiento de "mis títulos" en lo que trabajaba y he trabajado durante 34 años y no meses, (y a lo que ya me referiré en otro momento, en un nuevo blog que estoy preparando y que llevará por título "45 años y 1 mes", porque de esto tengo mucho que contar). Así que ese día, como otros tanto, estaba por la tarde trabajando tranquilamente en "mi garito"(como yo le llamaba), situado a la entrada del edificio a la izquierda, junto a la escalera de acceso a la primera planta (doy estos detalles para todos los que conocieron aquella sede de la Delegación). Era muy pequeño, donde solo cabía la mesa, la silla y un archivador, el resto de mobiliario lo tenía distribuido por otros sitios y en el archivo del sótano. Aún asi pequeño, yo trabajaba muy tranquilo, especialmente por las tardes sin público. Fueron los mejores años de mi época de funcionario. Después con la llegada de la Junta de Andalucía, las cosas cambiarían bastante. Y no para mejor precisamente.
Esa tarde llegué hacia las cinco, y como era mi costumbre conecté la radio y me dipuse a seguir mi trabajo al tiempo que oía el transcurrir del debate del Estado de la Nación, donde se iba a proceder a la votación para el relevo en la presidencia del Sr. Suárez por Calvo Sotelo. En el momento en que se cortó la votación y se oyeron los primeros comentarios del locutor anunciando que algo raro estaba ocurriendo y oí los primeros gritos de Tejero, subí el volumen y paré de trabajar para enterarme detalladamente. Cuando oí los disparos subí precipitadamente a la primera planta al despacho del Delegado Provincial para contarle lo sucedido. Me pidió que subiera la radio y allí en su despacho la volví a conectar y ante el cariz que estaba tomando aquel momento, hizo una llamada (creo que al Gobernador Civil). Inmediatamente que terminó la llamada nos dijo a la Secretaria y a mí que estábamos allí: "Cerramos y nos vamos". Yo no se lo que hicieron ellos dos y el resto de los pocos compañeros que aquella tarde había en la oficina, pero yo si cogí el camino y me fui a mi casa.
Por el camino que hice a pie, no observé nada especial. Miraba a la gente y lá veía nomal. Claro que no todo el mundo llevaba en ese momento un transistor en la oreja. Llegué a mi casa y conecte la tele y ya sabemos lo que se veía. Así que de nuevo cogí la radio y me pasé la noche entera oyendo noticias en directo, y gravé varias cintas de casset que todavía debo tener guardadas por algún rincón, aunque nunca me he parado a oirlas. Desde el primer momento le di poca importancia, si bien por los acontecimientos que venían desarrollándose (atentados, cambio de normas demasiado rápidas para aquella sociedad, etc.) me hacía pensar que algo podía ocurrir y cambiar. Pero confieso que nunca sentí el más mínimo miedo porque aquello llegara a más, y menos después de oir la interveción de S.M. el Rey, que la oí en directo.
Así que a la mañana siguiente me compré varios periódicos (quería ver las distintas versiones). Cada uno "hablaba de la guerra como le iba en ella" (como dice el refrán). Yo tenía mi propia versión. Y la tengo. Y es que, siendo grave un golpe de estado y especialmente en una democracia, (nunca justificable), eran graves también los acontecimientos que España vivía en aquel momento. Eran también como he dicho antes demasiados los cambios que se pretendían dar a la sociedad española. Eran demasiado rápidos después de 40 años de dictadura.
Lo que tenía que pasar pasó. El Rey y todas las fuerzas políticas de aquel momento se unieron para parar aquella intentona, que sin duda, sirvió (repito que nunca debió haber ocurrido), para frenar un poco, a muchos que pretendían correr demasiado (al menos así lo veo yo).
Asi que a la mañana siguiente, creo recordar que volví a mi trabajo, aunque más tarde de lo normal.
Me interesé por leer todas las noticias que se publicaron en los días posteriores, e incluso guardo algunos periódicos y revistas de la época, como documentos históricos.

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