sábado, 14 de febrero de 2009
Tomado del diario IDEAL de fecha 14 de febrero de 2.009
TRIBUNA
La Ciencia y Dios más allá de los autobuses
14.02.2009 -
EDUARDO GARCÍA PEREGRÍN
CATEDRÁTICO DE BIOQUÍMICA Y BIOLOGÍA MOLECULAR. LICENCIADO EN CIENCAS RELIGIOSAS
NO pretendo entrar en la polémica surgida a partir de la promoción del ateismo en los autobuses urbanos, fundamentada y apoyada en las ideas de R. Dawkins en alguno de sus libros, considerando a la fe como una gran evasión, como una gran excusa para evadir la necesidad de pensar, etc. Lo que más preocupa en estos momentos es la clara insinuación de algunos de mis compañeros sobre una pretendida incompatibilidad entre los avances de la Ciencia y Dios. Con todos mis respetos considero que esta idea, además de no ser demostrable, puede dar la impresión de que la Biología Molecular está siendo la evidencia que el mundo esperaba sobre la no existencia de Dios. Mi silencio en estos momentos podría ser interpretado como una aceptación de dicha hipótesis, cuando en realidad pienso exactamente lo contrario.
Una encuesta realizada no hace muchos años en USA ponía de manifiesto que casi la mitad de los científicos de las más diversas áreas creen en Dios. Cualquiera que sea su religión, un científico creyente siente una gran admiración ante el mundo natural. La excelencia en la práctica científica no es en absoluto incompatible con la religiosa. La búsqueda científica y la búsqueda religiosa son dos vocaciones inseparables que se sustentan mutuamente. Como es bien sabido, el mundo científico ha sobrepasado el problema de la existencia de Dios aceptando que, si bien no existen pruebas científicas sobre su existencia, tampoco existen para negarla. Muchos estudiosos de la Biología estamos convencidos de que, a medida que avanzan los conocimientos científicos, a medida que vamos comprobando la perfección de los mecanismos que caracterizan y regulan la vida, vamos experimentando la presencia en nosotros y a nuestro alrededor de Algo o de Alguien superior (se llame Dios, Misterio, etc.), que no podemos demostrar pero sí experimentar. La experiencia de la existencia de Dios es algo completamente gratuito, que no se puede exigir, pero que puede dar sentido a muchas vidas.
F. S. Collins, Director del Proyecto Genoma Humano y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 2001 considera en su libro '¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe' que «la experiencia de secuenciar el genoma humano era a la vez un asombroso logro científico y una ocasión para orar». Según este eminente biólogo molecular «la ciencia no tiene como objetivo directo demostrar la existencia de Dios, pero puede ser un primer escalón para llegar después, con un razonamiento filosófico, a Dios. Tanto la ciencia como la fe son formas de buscar la verdad. La ciencia la busca observando cómo funciona el mundo natural, y la fe busca respuestas a cuestiones más profundas».
Numerosos autores (Barbour, Boné, etc.) describen cuatro modos de relacionar la Ciencia con Dios, tanto en el campo de la Física Cuántica como en el de la evolución y en el de la nueva Genética: conflicto, independencia, diálogo e integración. Con el tiempo, parece existir un progresivo desplazamiento hacia una integración, si bien no se descartan ciertos planteamientos válidos de la tesis de la independencia e importantes propuestas para el diálogo. No podemos extendernos en este punto, pero lo que parece muy claro es que «probar la existencia de Dios con la ayuda de las leyes de la naturaleza hace que Dios esté sujeto a esas leyes. Dios se convertiría en parte del mundo, en un factor natural y explorable del universo» (Schmitz-Moormann, 2005). Ninguna observación científica puede alcanzar el nivel de prueba absoluta de la existencia de Dios. Personalmente, creo que si la existencia de Dios se pudiera probar científicamente, el hombre perdería uno de sus bienes más preciados: dejaría de ser libre, puesto que la evidencia científica de Dios le haría perder la libertad para negarle. Como Camus escribía: «El materialismo histórico, el determinismo absoluto, la negación de toda libertad. he aquí las consecuencias más legítimas de una filosofía sin Dios». Lo que en el fondo defendían los 'filósofos de la sospecha' era que la idea de Dios era funesta para el hombre porque le impide ser él mismo. Así, Feuerbach afirmaba que el hombre, al inventarse a Dios, había perdido sus propias cualidades. De la misma forma, Nietzsche proclamaba la muerte de Dios para que el hombre pueda vivir. Ese ateismo no era tanto la negación de Dios como la defensa del hombre. Algunas versiones más modernas de ateismo pretenden eliminar a Dios por considerar que ya no se necesita, que la ciencia se ha convertido en el instrumento supremo y exclusivo del conocimiento.
Así, la hipótesis de Dios no sólo es superflua sino inútil y obsoleta. Sin embargo, la idea de Dios no puede quedar reducida a un 'deus ex machina' para servir de ayuda a aquellos científicos que no encuentran solución a sus problemas. No es un «dios tapagujeros» al que se recurre cuando se necesita y se elimina cuando ya no hace falta. Es mucho más. Si se considera la trascendencia como una de sus características más importantes, el lenguaje de un ser finito como el hombre resultará siempre pobre e inadecuado para abarcar toda la naturaleza divina. Si Dios existe, debe estar fuera del mundo natural y, por lo tanto, las herramientas de la ciencia no son adecuadas para conocerlo. La experiencia de la existencia de Dios tiene que estar basada en la fe, no en la evidencia científica.
Quisiera terminar estas líneas haciendo mías unas palabras del mencionado Collins: «Es tiempo de llamar a una tregua en la creciente guerra entre la ciencia y el espíritu. Dios no amenaza la ciencia, la mejora. Dios no es amenazado por la ciencia, Él la hizo posible». Un científico no tiene por qué ser, en cuanto tal, religioso. Pero un científico puede ser creyente si encuentra en su trabajo un modo de colaborar con la obra creadora de Dios. El hombre puede descubrir la maravilla de su identidad por el hecho de que su Dios no sólo existe, sino que lo ha creado co-creador. ¿No puede ser ese el sentido de todo avance de la ciencia?
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